Karl Marx
analizó el trabajo en las fábricas. Comprendió que toda empresa es una gran
inversión y que para poner en funcionamiento una fábrica se necesita invertir
una gran cantidad de dinero.
Para
Marx, la burguesía era la única capaz
de acceder a la propiedad de los medios de producción, mientras que el
proletariado solo poseía su fuerza de trabajo.
La cuestión era que una vez fijado el
salario, el empresario no podía entregar el producto al obrero, ni podía
pagarle el mismo valor del producto. El empresario descontaba el trabajo
realizado por su maquinaria y el interés de su inversión cuando pagaba el
salario.
Vuelvo
a explicar; ¿De dónde surgía el salario? Marx
sostenía que el empresario pagaba el tiempo de trabajo del obrero y recibía un
producto, resultante de multiplicar el tiempo de trabajo por el tiempo de
funcionamiento de la fábrica, al cual el empresario consideraba suyo.
Marx se opuso a esa situación. Para
él; el obrero debía recibir como salario el valor del producto entero.
Sostenía que el tiempo de la máquina que
daba valor a parte de la mercancía pertenecía a los trabajadores que habían
producido esa máquina.
Al
quedarse con el producto terminado, el empresario se adueñó de la plusvalía, o
sea, de la diferencia entre el salario y el precio completo del producto.
Para Marx lo peor de esa situación era que
el empresario en su calidad de burgués se adueñaba del trabajo social invertido
y el obrero permanecía alienado. Pasaba su vida enterrado entre en las máquinas
de la fábrica.
Lía
Olga Herrera Soto
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