miércoles, 25 de enero de 2017

Karl Marx, La Revolución Industrial y el desorden social

En 1850 cuando Gran Bretaña consolidaba la Revolución Industrial dos pensadores: Karl Marx y Engels comprendieron que la historia de la Humanidad había cambiado para siempre.
Un joven estudiante podría preguntarme; ¿A qué llamamos Revolución Industrial? Pues bien, la Revolución Industrial es un proceso iniciado a mediados del siglo XVIII en Reino Unido.
El uso de nuevas fuentes de energía, combinado con otras  técnicas y formas de organizar el trabajo provocó un extraordinario cambio en la producción de bienes.
La Revolución Industrial marcó el paso de una sociedad agrícola de tipo tradicional a otra industrial y moderna.  
En las factorías de Manchester y en las minas de Gales pululaban las primeras fábricas capitalistas y se abandonaba para siempre el esmerado trabajo de los artesanos.
Los gremios sufrían transformaciones radicales y miles de seres humanos comenzaban a hacinarse alrededor de las ciudades sin ningún tipo real de esperanza o progreso.
A partir de entonces Karl Marx sostuvo que la sociedad estaba dividida en dos irreconciliables clases sociales: la burguesía y el proletariado. A los ojos de Marx, la única forma de relacionarse de dichas clases era la lucha por el poder.
Las ideas marxistas determinaron la vida política de Lenin. En 1917 cuando estalló la Revolución Rusa lo inspiraron para derrocar el régimen autocrático zarista y para firmar la orden de ejecución de toda la familia imperial * sin importar la edad de los implicados.
Mediante una serie de posteos intentaré explicar parte de la ideología marxista desde un punto de neutralidad histórica. Esta tarea es complicada porque soy republicana y el comunismo no me gusta.
Desde sus primeros años de juventud sostuvo Marx que, el pensamiento no debía limitarse a conocer, interpretar y observar el mundo, sino que, debía aspirar a transformarlo. En teoría trataba de lograr una existencia digna, libre y feliz para la totalidad del género humano.
Con ese ánimo comenzó a describir el trabajo en las fábricas. Después de interminables jornadas laborales  en oscuros e insanos ambientes, los hombres regresaban a sus “hogares” completamente exhaustos y sucios.
Los trabajadores tomaban un corto descanso. A las pocas horas, todo volvía a comenzar.  Entonces, Marx vió a los obreros como modernos esclavos, en cuyas espaldas, se sostenía todo el progreso capitalista.
Marx consideraba que el salario recibido por el obrero no era un “elemento de justicia”, sino que era el sustento mínimo  capaz de alimentar al obrero y a su familia para que el circuito productivo no se cortase.
La familia sería el lugar en el cual se producirían nuevos trabajadores. Recordemos que como dice el refrán; “en la casa del pobre hasta el feto  trabaja”. Las mujeres embarazadas y los niños desde muy tierna edad se entregaban antes y se entregan en el día de hoy a difíciles tareas y arduos trabajos.
Karl Marx contemplaba como los niños arrastraban pesadas vagonetas en las oscuras y estrechas galerías de la minas o como movían barreños en las fábricas de betún.  El llamamiento de Marx al desorden social y a la Revolución es la respuesta a la Injusticia.
Lía Olga Herrera Soto


·       Lieven, Dominic.: Nicolás II. 1ª Ed. Buenos Aires: El Ateneo, 2006, 384 p.

miércoles, 11 de enero de 2017

La Escuela Clásica desde David Ricardo a Thomas Robert Malthus

En 1776, John Stuart Smith inicia la Escuela Clásica al publicar su obra  La riqueza de las naciones.
Smith subrayó el papel del consumo y lo puso por sobre el de la producción. Este autor sostenía que era posible aumentar el nivel de vida de una comunidad. Era un férreo defensor del individualismo bien entendido. Sostuvo a lo largo de su vida que era esencial permitir que los individuos intentaran alcanzar su propio bienestar como medio para aumentar la prosperidad de la sociedad en su conjunto.
La labor de Smith fue continuada por Thomas Robert Malthus y por David Ricardo.
Thomas Robert Malthus escribió su Ensayo sobre el principio de la población en 1798. En esa obra afirmó que las esperanzas de mayor prosperidad de los hombres chocarían contra el excesivo crecimiento de su población.
Malthus sostuvo que los alimentos sólo aumentaban adecuándose a una progresión aritmética, por ejemplo; 2, 4, 6, 8, 10, y así sucesivamente, mientras que la población se duplicaba cada generación, por ejemplo; 2, 4, 8, 16, 32, etc.
Este autor afirmaba que la naturaleza mediante el control  positivo remediaría esto, pero, como Malthus era un hombre religioso hacia un llamamiento a la propia prudencia de la especie humana para que esta tendencia fuese controlada. ¿Cómo? Retrasando la edad nupcial lo que permitiría reducir el volumen de las familias.
Malthus sostenía que; “El poder de la población es tan superior al poder de la tierra para permitir la subsistencia del hombre que la muerte prematura tiene que frenar  hasta cierto punto el crecimiento del ser humano”.
Entonces, de no lograrse un control de la natalidad, las respuestas serían la hambruna, las guerras, las pandemias, los vicios y otros mecanismos destructivos propios de la naturaleza.
Por su parte, David Ricardo escribió que; “superada cierta etapa, no muy avanzada, el progreso de la agricultura disminuye en forma paulatina”.
Los economistas clásicos tomaron de David Ricardo el concepto de rendimientos decrecientes. ¿Qué es eso? Bueno, sostuvo Ricardo que;  a medida que se aumenta la fuerza de trabajo y el capital que se utiliza para labrar la tierra, disminuirán los rendimientos.
Estos conceptos marcaron a los pensadores del siglo XIX, tiñeron de lúgubre a la economía y justificaron lo peor del Imperialismo.

Lía Olga Herrera Soto

Feliz Día de l@s Amig@s!!!

 Para Sra. Saori and Sr. Yasuhiro Akimoto Hoy es Navidad, mis Amig@s de Atenea en Armas, aunque ustedes no lo sepan. Porque en Argentina c...